El pasado 2 de mayo del 2018 fue el día mundial contra el bullying. El bullying hace referencia al acoso físico o psicológico al que un estudiante, o un grupo de estudiantes, somete a otro/s  estudiante/s.

Podemos diferenciar tres actores en el escenario del bulliyng, por un lado el acosador o maltratador, por otro quien sufre el acoso, o la víctima, y finalmente el espectador, quien presencia este acto y que en muchas ocasiones es un observador pasivo. Es posible que pensemos que  el acoso escolar es algo que ha ocurrido siempre, sin embargo el acoso escolar no es un acto baladí, ya que puede causar un profundo impacto psicológico y emocional en cada uno de las formas de participación anteriormente mencionadas (maltratador, víctima, espectador).

¿Por qué ocurre el acoso escolar? Existe una expresión muy conocida: “los niños son crueles”, y aunque no es cierta en cuanto a su contenido, sí nos da una idea de cómo los niños y niñas, pueden tener dificultades en comprender la necesidad de respetar a otras personas; pueden carecer de las habilidades sociales y el autocontrol necesarios para la convivencia. Esto ocurre porque son personas en estados evolutivos inmaduros, pero, sobre todo, por los ejemplos y modelos que adquieren del mundo que les rodea, es decir, de la sociedad y de la familia. En un ejemplo claro y simple: un niño cuyo entorno presenta algún tipo de violencia no entenderá que ser un «matón» está mal, ya que en su familia los adultos se gritan y discuten a menudo. Puede que te sorprenda lo que estás leyendo, y pienses que gritar cuando se discute es una conducta normal. Y puede que tengas razón si consideramos que normal significa que lo hace mucha gente, sin embargo, no la tienes si crees que gritar no es violento.

También es posible que un/a  niño/a  se comporte acosando a uno de sus compañeros/as como expresión de su malestar ante un entorno familiar poco afectivo, o quizás esté muy presionado para que tenga éxito en sus actividades. Sea cual sea la causa, lo cierto es que estos niños deben entender que su conducta es inadmisible y que existen otras formas de canalizar sus frustraciones. No solo la víctima del acoso escolar necesita ayuda. También el niño/a que agrede necesita ayuda.

En cuanto a las víctimas pueden presentar ansiedad, evitación de las clases, absentismo escolar, deterioro del rendimiento, y serios síntomas depresivos. Es importante resaltar que los síntomas depresivos en la infancia no son los mismos que aparecen en la vida adulta,  y muchos de los síntomas físicos (dolores de cabeza, de barriga, molestias digestivas, problemas respiratorios, dificultades para dormir, pesadillas) en algunos niños pueden esconder problemas otro tipo de problemas, entre ellos el acoso. También existe ciertos signos que nos pueden ayudar a identificar el bullying, por ejemplo si nuestro hijo/a regresa del colegio con su ropa rota, o sus libros dañados o sin alguna de sus pertenencias. Obviamente, la presencia de heridas, moretones o cortes que no tienen explicación aparente o verosímil, pueden ser indicadores de acoso en la escuela.

Lo ideal ante el acoso es, como siempre, la prevención. Esta debe surgir desde los diversos agentes implicados en el cuidado y desarrollo de los más pequeños, es decir, la familia, los docentes y los centros educativos. Existen potentes y numerosos modelos de intervención para prevenir y detener el acoso escolar, pero en este artículo nos interesa más explicar qué podemos hacer si sabemos o sospechamos que nuestro hijo o nuestra hija sufre acoso en la escuela.

En caso de sospecha, la mejor manera de averiguarlo es buscar un momento pausado y realizar algunas preguntas sobre qué hace nuestro hijo/a en el colegio. Preguntas como: ¿Qué haces a la hora del recreo? ¿Juegas con otros niños/as o prefieres jugar solo? ¿y eso, cómo es que prefieres juagr sola? , ¿Hay alguien en tu clase que no te guste?, ¿Has visto a algún niño/a molestar a otro/a? ¿Te ha pasado algo parecido?, ¿Con qué tipo de cosas te han molestado?, ¿Lo han hecho porque no te gusta hacer las cosas que ellos hacen? ¿qué cosas hacen ellos? Y mientras, ¿qué hacías tú?, ¿Hace cuánto tiempo está pasando esto?, ¿Alguna vez se lo has dicho a un profesor o algún adulto esto que pasa? ¿Y qué ha sucedido? Estas preguntas, hechas de manera serena y desenfadada pero atenta, pueden traernos luz ante la sospecha. (Glew, Rivara, & Feudtner, 2000).

El bullying puede causar un fuerte impacto con consecuencias muy negativas, pero si la criatura recibe, mejor cuanto antes, apoyo por parte de su entorno y, ayuda profesional, el impacto, es decir, el trauma, puede verse reducido y desaparecer con relativa facilidad. Numerosas investigaciones han puesto de manifiesto que quienes sufren este tipo de intimidación en la infancia, pueden sufrir malestar psicológico, problemas en las relaciones sociales, altos niveles de estrés psicológico, y síntomas de salud física adversos, ya no solo en la infancia , sino también en la vida adulta.

Muchos de los síntomas físicos que se dan en niños (y adultos) que han sufrido acoso  escolar y que no tienen explicación causal desde la medicina están, precisamente, relacionados con el hecho de que son experiencias traumáticas.  Una experiencia traumática no solo deja sus efectos en nuestra mente, sino también en nuestro cuerpo. Mente y cuerpo son parte de un todo indivisible.

¿Qué puedo hacer si descubro que mi hijo sufre acoso escolar?  Por supuesto habalr ocn el centro escolar por un lado y también buscar ayuda experta es lo más recomendable para que la experiencias no dejen una huella traumática. EMDR es una psicoterapia reconocida como psicoterapia basada en la evidencia.  Además la OMS (Organización Mundial de la Salud), ha aprobado formalmente la terapia EMDR como efectiva para tratar trastornos referente al trauma, como tratamiento de primera elección.

El EMDR es muy eficaz en el ámbito de la psicología infantil, y se adapta para trabajar con la infancia a través del lenguaje que ellos mejor manejan, la creatividad. En EMDR infantil trabajamos con marionetas, cuentos, juegos, y cualquier recurso que estimule la capacidad natural que el cuerpo posee para superar los traumas. Incorporamos también la Terapia del Juego (Play Therapy) como instrumento y abordaje terapéutico. En Límbic Salud somos un equipo de psicólogos especialistas en EMDR y terapia del juego. Hemos ayudado a cientos de personas a mejorar sus vidas.

Límbic Salud agradece la redacción de este artículo a Rafael Aguilar Jiménez, psicólogo en prácticas del Máster en Terapias de 3ª Generaciñon de la Universidad Internacional de Valencia.