La memoria es una función básica de nuestro cerebro. Psicológicamente hablando, esta función nos afecta en muchos niveles de comportamiento, debido a que nuestra conducta puede estar determinada por los recuerdos de experiencias del pasado. Los aprendizajes que realizamos a lo largo de nuestra vida quedan almacenados en nuestro cerebro, por lo que aprendizaje y memoria son indisolubles.
Los recuerdos no son elementos neutros que mantenemos en nuestra mente. Muy al contrario, todos los recuerdos tienen una valencia emocional, bien sea negativa o positiva. Pero, además de tener una carga emocional, los recuerdos no son hechos aislados e independientes, sino que representan momentos de nuestra vida que probablemente estuvieron conectados a aprendizajes importantes.
Para la psicología es importante destacar aquellos aprendizajes que resultan desadaptativos. A diferencia de un aprendizaje adaptativo, el desadaptativo es aquel que genera un desfase entre la realidad presente y nuestra conducta. Por ejemplo, quizás actuemos con ansiedad desproporcionada ante una situación que a priori no es peligrosa, como entrar en un centro comercial. Ante esta controversia, puede que seas capaz de determinar algún recuerdo de tu vida en que viviste una situación traumática, confusa o estresante en un centro comercial o espacio similar. Independientemente de si la situación vivida en el pasado fuera objetivamente peligrosa o si solamente lo fue para ti, el pasado está determinando tu conducta en el presente. Es probable que esa situación traumática o estresante del pasado no fuera correctamente asimilada, y que esté generando una conducta desadaptativa en el presente, como que dejes de entrar en los centros comerciales. A pesar de que tú sepas actualmente que un centro comercial no es peligroso, tu cuerpo, tus emociones y tus pensamientos te dicen lo contrario.
Pero, ¿por qué nuestro cerebro no considera totalmente pasada ésa situación? La creadora de la terapia EMDR, la Dra. Shapiro, creó un modelo para explicar por qué no toda la información se procesa de forma adecuada. Según este modelo, llamado modelo de Procesamiento Adaptativo de la Información (PAI), cuando una vivencia es procesada, significa que ha sido incluida en la red neuronal de recueros ya existente en nuestro cerebro, a través de conexiones asociadas. Por tanto, una vez procesado, el recuerdo queda inmerso en la red de conexiones de tu cerebro, de manera que podemos acceder a él conscientemente. Sin embargo, este procesamiento de la información puede no suceder cuando nos encontramos ante una situación estresante, confusa o sobrecogedora. En esos casos, la información del suceso no se integra en la red de memorias preexistente, quedando aislada. Debido a esto, estas experiencias quedan como no procesadas y pueden evocarse de manera disfuncional y determinando nuestra conducta desadaptativa. Así que, un evento traumático se representa en el cerebro como un conjunto de conexiones aisladas, no procesadas. Y ése evento no ha sido procesado porque, debido al estrés en que la persona se vio inmerso durante el suceso, el cerebro no pudo procesar la información. Además, puede que esa información se pueda recordar de forma explícita y verbal en forma de fragmentos o que únicamente recuerdes olores o sensaciones corporales dependiendo del nivel de procesamiento que el cerebro pudo llevar a cabo durante esa situación confusa.
La Dra. Shapiro, de la misma manera que generó un modelo para explicar la forma en que se generan memorias traumáticas, también creo la terapia EMDR (del inglés, Eyes Movement Desensitization and Reprocessing). Esta terapia permite abrir una ventana terapéutica en la que el recuerdo no procesado puede pasar a conectarse con el resto de vivencias existentes. Cuando esto sucede, y una vez que las experiencias traumáticas y aisladas son integradas en la red neuronal, nuestros recursos psicológicos actuales pueden corregir o añadir información al recuerdo incorporado. Por ejemplo, en el caso del centro comercial, es probable que la persona comprenda que en realidad lo que le sucediera no era tan peligroso, o que no se identifica en absoluto con las creencias desadaptativas aprendidas. Al fin y al cabo, cuando procesamos información, lo hacemos con un fin: porder generar predicciones sobre el medio ambiente (si será seguro, peligroso, amenazador), sobre las personas que nos rodean (confiable, seguro…) e incluso sobre nosotros mismos (soy capaz, soy buena persona, etc).
Cuando la información traumática queda aislada, la persona con el trauma vive con un pie en el pasado y uno en el presente, de manera que todas aquellas predicciones que creó debido al aprendizaje durante el evento traumático, le siguen afectando en el momento presente. Es importante recalcar que, la mayor parte de las veces, no somos conscientes de nuestras vivencias traumáticas. Podemos sentirnos tristes o ansiosos en determinadas situaciones sin saber realmente por qué y, aunque nos resulte molesto, nos acostumbrarnos a vivir así. No es necesario que recuerdes los eventos traumáticos que crees que están asociados a esa conducta, y no importa la naturaleza del evento que resultó traumático. Lo importante es cómo se vivió y qué quedó guardado en tu memoria. En terapia EMDR evaluamos los eventos de tu vida para poder encontrar esos recuerdos no del todo claros, y con el proceso terapéutico de EMDR podrás reprocesarlo para vivir con los dos pies en el presente y decidir conscientemente cuándo quieres recordar el pasado.