Los recuerdos se estructuran en diferentes tipos de memoria según su naturaleza.
En nuestro cerebro los recuerdos no están guardados en archivos únicos con una localización exacta. Muy al contrario, los recuerdos se guardan en forma de conexiones neuronales esparcidas por todo el cerebro. Cuando recordamos algo, se activan todas estas conexiones asociadas a este evento en particular.
La psicología clasifica los recuerdos según su naturaleza y el contenido de los mismos en distintos tipos de memoria. Si alguien te preguntara ahora mismo por el día de tu graduación, lo más normal es que recuerdes la fecha exacta y lo que sucedió ese día (recuerdo de tipo autobiográfico). Si te preguntaran sobre los continentes que existen en nuestro planeta, podrías responder tras una pequeña reflexión, pero es probable que no recuerdes el día que aprendiste esta información (recuerdo de conocimiento sobre el mundo). Sin embargo, si te pidieran que explicaras, paso a paso, cómo conduces tu coche (ejecución de tarea), te sería difícil explicarlo con palabras.
Con estos tres ejemplos, podemos comprobar que la memoria trabaja de diferente manera según la naturaleza de la información almacenada. Los dos primeros ejemplos (recuerdo autobiográfico y de conocimiento del mundo) forman parte de la memoria explícita, donde se almacenan recuerdos de los que somos conscientes y que podemos expresar de forma verbal. El último, el de la conducción, es un ejemplo de memoria implícita, la cual resulta difícil de expresar de forma verbal porque es un recuerdo de tipo inconsciente. Es en la memoria implícita donde, además de guardarse la información sobre la ejecución de tareas, se almacenan los recuerdos traumáticos.
Aunque un momento traumático puede contener recuerdos conscientes, la mayoría de los recuerdos asociados al trauma son inconscientes o implícitos y para acceder a ellos necesitamos algo más que un esfuerzo mental. Si los recuerdos traumáticos son de naturaleza implícita o inconsciente, es importante desarrollar terapias psicológicas coherentes con este tipo de memorias para así poder trabajar estos recuerdos a nivel terapéutico. Por ejemplo, para ayudar a traer un recuerdo traumático e inconsciente a la memoria consciente se pueden utilizar recuerdos inconscientes asociadas al trauma, como una sensación o una emoción específica.
La terapia EMDR nos puede ayudar a sanar los recuerdos traumáticos de forma efectiva, ya que a través de esta terapia accedemos de forma segura a la memoria implícita o inconsciente y la traemos a la consciencia. Esta terapia puede utilizar la memoria sensorial o emocional inconsciente asociadas al trauma para acceder al recuerdo traumático. Cuando conectamos con el recuerdo traumático, podemos reprocesar la información contenida de forma verbal, tanto lo sucedido durante el trauma como las emociones que se generaron. Así, la memoria traumática pasa de ser implícita o inconsciente a ser un recuerdo consciente, siendo este el primer paso para impedir que los traumas del pasado sigan dirigiendo nuestra vida emocional y mental sin que podamos hacer nada para evitarlo.
Agradecemos a Beatriz Ripoll Martínez, psicóloga que realiza en Limbic Salud las prácticas del Máster de Terapias de Tercera Generación de la VIU (Valencian International University).