¿Cómo funciona EMDR con niños y adolescentes?
En el trabajo con EMDR se integra varias modalidades terapéuticas incluyendo terapia del juego, terapia cognitiva conductual y terapia familiar entre otras. Esta variedad facilita que niñ@s y adolescentes sean muy receptivos al trabajo con EMDR ya que les ofrece diversas actividades que les ayudan a involucrarse con el trabajo que se realiza. Según las investigaciones sobre EMDR parece que la estimulación bilateral ayuda a procesar información vital no asimilada, de manera similar a lo que ocurre durante las fases REM del sueño, en las que se producen rápidos movimientos oculares que permiten procesar información producida durante el día, y que no ha sido asimilada correctamente. La estimulación bilateral podría además estar promoviendo un estado de relajación, lo cual es muy importante para ayudar al niñ@ y adolescente a manejar y controlar sus emociones durante y después de la terapia.
¿Cómo es una sesión con EMDR?
La terapia comienza cuando el terapeuta informa sobre lo que es EMDR y se empieza a identificar lo que se quiere resolver. En primer lugar se guía al niñ@ o adolescente para crear, a través de la imaginación y el pensamiento, un lugar (imaginario o real) en donde se sienta relajado, libre y seguro. Pensar en estas imágenes, y las sensaciones agradables que provocan, se combina con movimiento ocular u otro tipo de estimulación bilateral que se haya acordado. Esta experiencia placentera ayudará al niñ@ o adolescente a sentirse seguro y optimista durante las sesiones y después de estas. En una etapa siguiente se procesan los problemas que han sido identificados previamente. Para ello se usa la estimulación bilateral.
Dependiendo de la edad del niñ@ o adolescente, una vez que el proceso termina, éste usualmente indica que su problema ya no le afecta más y que se siente bien y otros los síntomas colaterales también desaparecen.
¿Podrá esta terapia ayudar a mi hij@?
Varios estudios acreditan que la terapia EMDR es efectiva y segura con niñ@s, desde una edad pre-verbal hasta la adolescencia. Y se utiliza en un amplio abanico de problemas: ansiedad, pesadillas, terrores nocturnos, enuresis, problemas de conducta, fobias, insomnio, trauma, duelo, y adicciones, entre otros.