La evitación experiencial parece a priori una solución, sin embargo los resultados en investigación son claros: la evitación es una forma inadecuada de enfrentar las situaciones, y está más asociada con los síntomas psicopatológicos que con el bienestar. Lo que parecía lógico es cierto, y es que sufrimiento emocional, si no es enfrentado, si no es procesado, no se soluciona con el paso del tiempo.
La evitación es un síntoma que acompaña y alimenta muchos problemas psicológicos: ansiedad, consumo de sustancias, trastornos de la conducta alimentaria, depresión e incluso problemas con el manejo de la ira. Nuestra compleja mente crea mecanismos de defensa para evitar el dolor, pero lo que funciona al principio, acaba convirtiéndose en un reforzador del problema que precisamente se quiere evitar. Como ejemplos podemos citar la preocupación excesiva en el caso de la ansiedad, que deriva en evitar situaciones que puedan activar esa emoción, el riguroso control de la comida en el caso de la anorexia como evitación del miedo a engordar (y a sentir), los atracones de comida en los trastornos por atracón dirigidos a desconectar del dolor emocional. Puede verse claramente como el intento de no sufrir a través de la evitación sólo aumentará el problema.
¿Qué hacer entonces? ¿Le damos rienda suelta al sufrimiento? Parece obvio que esa tampoco es la solución. Ser consciente de que la evitación experiencial no es una solución efectiva, nos ayuda a estrechar lazos con otros mecanismos psicológicos que sí son eficaces y que nos pueden ayudar a estar bien. Eso sí, para superar el malestar emocional necesitaremos coraje, paciencia y amabilidad hacia nuestra persona. Existen terapias efectivas que pueden ayudarte a enfrentar este malestar emocional de forma sana y segura. Si consideras que no puedes llevar a cabo este proceso tú solo/a puedes buscar la ayuda de un profesional que te acompañe. La terapia EMDR, la práctica de mindfulness y las terapias basadas en la compasión pueden ayudarte.